sábado, 25 de junio de 2011

¿Dolor?


¿Dolor? ¿Y tú qué sabrás de eso? Dolor es mirarte y saber que nunca serás mío. Dolor es que puedas y no quieras. Dolor es que ya no tengas que darle sólo a la tecla de re-llamada en tu móvil para hablar conmigo sino que tengas que buscarme en tu agenda de contactos como a alguien cualquiera. Dolor es que yo vea como agarras a otras de la cintura y las mires como siempre quise que me miraras a mí. Eso, eso cuesta. Y ahora, si tienes valor, da la cara. Si quieres, puedes huir, pero eso lo único que haría es demostrarme que aquél maniquí perfecto del que yo creí haberme enamorado, es únicamente un niño inmaduro con ganas de jugar. Pero esta vez, ¿Sabes que? Que me cansé de ser tu peón en el ajedrez, de ser tu pelota a la que pierdes y renuevas. Y también, ¿Sabes que? Que un día, cuando el juguete que más te guste salga defectuoso, te acuerdes de mí y de las noches que yo pasé llorando en la habitación esperando a que con suerte, te dieras cuenta de que estaba ahí, que me quitaras el polvo y descubrieras que soy el juguete que estando en tus manos nunca se estropearía. Pero para todo hay un límite y hasta aquí a llegado…




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